jueves, 9 de febrero de 2012

Mate galáctico

La vieja le dijo al marido "no vuelvas tarde"mientras se iba silbando bajo pal fondo a terminar de enjuagar la ropa. Y fue ahí cuando vio a los alienigenas que le decían "venga doña, tómese un matecito galáctico". La vieja dejó los bártulos que tenía en la mano, se secó en el delantal y se reunió con los marcianos.
-Calor eh- dijo el alien mientras hacía ruido con el mate.
- Uff, este enero se las trae. Las chicharras ya no te dejan ni dormir la siesta.
- Está bien el agua ahí o la caliento un poco más señora.
- Para mi gusto está bien. ¿Hace mucho que paran por acá?
- No, desde el martes. Vinimos a visitar a unos parientes que hacía mucho no veíamos.
- Ahh- dijo la vieja pensativa. ¿Y de dónde son?
- De percnotalius
- No no, los parientes. ¿Quiénes son?
- Ahh, ni idea- dijo el marciano mientras marcaba un número en su celular -Se que son los Vazquez, los que eran dueños de la mercería "MARFERUT" hace unos años.
- ¿Parientes de la Elba?
- Si esa misma. Que vieja chiflada, no tiene un pato en fila
- Pasa que al marido le gusta la bebida y eso le ha hecho mal ¿vio?
- ¿Al marido?
- También. ¿No trajeron nada para acompañar el mate? A mi me está chiflando la panza ya
- Sabe que estaba cerrada la panadería cuando paramos a comprar. Una picardía
- Bueno, si ustedes gustan yo tengo unas galletas de campo que me sobraron de ayer.
- Se le agradece doña, pero somo celíacos ¿vio?
- ¿Pero a qué iban a la panadería entonces?
- Pasa que el lito levanta quiniela, y de paso íbamos a comprar alfajorcitos de maicena
-Ah, si.... el Lito.
- Bueno señora, calculo que la nave habrá cargado la batería ya. Le tenemos que hacer arreglar el alternador que se le quemó un diodo.
-¿ Y si la venden?
- Ni loco señora, es un modelo único y nunca la usamos de remís allá en Pernoctalius. Valga la redundancia, pero es una nave.

domingo, 15 de enero de 2012

Si me clavaba una era negocio

- Vamos a la casa de unos amigos a cenar- me dijo en vista de que planes no había muchos.
- bueno. vamos...- dije a regañadientes sabiendo que algo místico me esperaba.
Después de caminar unas 47 cuadras y de muy mal humor por eso, llegamos a la posada ancestral de algún abuelo, que en ese momento era habitada por jóvenes un tanto raros. Pasillo con habitaciones de puertas altas y oscuras hasta el final que se veía un poco de luz. Un patio interno con plantas y al final la cocina y más allá el fondo de la casa. 
   Nos recibió una chica de unos 25 años que en seguida alistó unos envases de cerveza para mojar el gargero. Pusimos un poco de plata entre todos y un pibe de look excéntrico se dispuso ir al almacen. Para aprovechar el viaje también compramos el morfi. Como yo estaba observando cada detalle de la casa no puse atención en la comida que decidieron comprar, pero confiaba plenamente en ellos. 
   Llegaron las cervezas y evitamos que se calienten rápido porque era verano, de modo que pusimos cuatro en el freezer y una la dejamos para matarla en el momento. Cuando decidimos abrir la segunda, yo ya tenía intenciones de fumarme un cigarrillo, de modo que manoteé el paquete que tenía en el bolsillo e intenté prender uno. El acto fue inmediatamente frustrado por ese chico de ropas extrañas. Me dijo "no no, acá no se puede fumar, andá al fondo porque acá hay un depósito de pirotecnia". Bueno, dije yo y me fui hasta el fondo. Cuando regresé vi que ya estaban poniendo la comida en el horno. Supuse que eran unas hamburguesas o unas milanesas de pollo envasadas y congeladas, ya que las sacaban de unas cajas color verde clarito. 
   Claro, en el momento nunca pensé que el pollo se envasa en colores amarillos y la carne en envases rojos, no le di importancia en el momento, pero luego, cuando nos sentamos a la mesa y degusté el primer bocado, pregunté qué era lo que estábamos comiendo. "Milanesas de soja" dijo una chica con una sonrisa que desbordaba alegría, en contraste con mi cara de pocos amigos al saber que estaba cenando esa porquería. 
   Reunidos a la mesa en el patio interno que tenía la casa, la cena daba comienzo, pero el postre se servía en cada conversación que se entablaba. "Los delfines tienen una inteligencia superior y deberíamos aprender mucho de ellos, porque ellos son solidarios" dijo uno. Yo paré de masticar mostrando la comida, y me dispuse a disfrutar de ese plato que era más tentador que mi milanesa de soja con ensalada de remolacha cruda con cabitos de acelga mezclados. La clase de sociología, fauna marítima, y ética ciudadana convergían en un solo discurso dado por este muchacho y las preguntas que les hacía los demás, que mucho más cuerdos no estaban.
-¿Vos decís que los delfines son inteligentes? ¿Crees que se saben el teorema de Pitágoras o el de Ruffini y resuelven problemas de física cuántica?- pregunté a un individuo que no entendió la ironía, y me argumentó que es obvio que los animales de esas características no saben de matemáticas, pero que debería saber cómo es que hacen para trasladarse de un lugar al otro sin perderse. Ante semejante respuesta yo no sabía si me estaba tomando el pelo o era realmente estúpido; lo peor es que el resto de los comensales prestaban un interés inusitado y hacían preguntas que eran respondidas por nuestro sociobiólogo marino.
   "Tenemos que hacer un viaje a la costa e ir a visitar a los delfines" dijo muy comprometida con la causa una de las chicas, y a mi se me escapó un pedazo de milanesa por la nariz. Eso ya era demasiado. 
   La cena permaneció en paz por unos instantes -si por paz se entiende no hablar de la solidaridad de los delfines, la lujuria de las mariposas, la ética de los cangrejos o las capacidades políticas de los osos panda- y hablaron de cosas banales que a mi me entretenían mucho. Pero la paz no fue duradera y el debate se armó cuando en un grupito de la punta discutían sobre el arte.
   Qué es el arte, preguntó una de las chicas, y ahí se armó la hecatombe. No voy a entrar en detalles, pero como me involucré en la discusión y argumenté de manera muy sólida mis conceptos, terminamos afirmando que la pesca es arte. Sí señores, si uno argumenta de manera suficiente, podemos decir que apretarse un grano es arte efímero, manchar el calzoncillo con mierda es arte abstracto, y tirarse un pedo y olerlo debajo de las sábanas forma parte del romanticismo.
  Y ya que hablaban de arte "pintó" el faso. ¿Cómo, no era que había un depósito de pirotecnia? pensé yo. Si, si lo había, pero parece que el tabaco es producto de las grandes corporaciones capitalistas que agrandan la brecha entre ricos y pobre y rompen el tejido social, por eso está todo bien con el faso. ¡¡A la mierda, te vas a re cagar pelotudo!! exclamé por dentro y saqué un Marlboro. Prendí esperando que me dijeran algo, pero la marihuana ya había hecho efecto y todo era tranquilidad. 
   En un momento mi atención se desvía ante una palabra que desconocía y presté mis oídos a una charla que empezaba así:
- Tenés que hacer parkourt, es totalmente liberador. Los obstáculos no existen y te tenés que valer de tu cuerpo para llegar a la meta.
- Siii, re daaaa. ¿hacemos?
- Dale dale, movamos un poco las mesas y ponemos un par de sillas.
- Siii, buenísimo, dale.
   Los chicos iban a hacer parkourt dentro de una casa... Si creían que esto era mucho, es porque todavía no les hablé del flaco de la túnica roja, pero esa es otra historia.
   Hasta acá tenemos un combo bastante particular: Milanesas de soja porque eran todos vegetarianos; la capacidad intelectual de los delfines; la pesca como arte, par kurt dentro de la casa. Faltaba que se pongan a hablar de anarquismo y era donde me sacaba la alpargata y los cometía un boludicidio a alpargatazos. Mientras tanto miraba el par de idiotas que sin marearse saltaban una silla, pasaban por arriba de una mesa, se metían por la ventana que daba a la cocina y salían por la puerta de la misma para volver a repetir el circuito. 
   En otra punta dos armaban cigarrillos de tabaco armado. Cerca del pasillo de salida un pibe le ponía la mano en la frente a una chica que con ojos cerrados inhalaba y exhalaba profundamente como siendo desposeída. Entre tanto, por la puerta de una de las piezas salía un chico con túnica roja y nos invitaba a bailar a la plaza. Como nadie aceptó, decidió agarrar piedras del patio y nos regaló amor, paz y energía encapsuladas en cada una de ellas. Después de semejante acto de altruismo se fue con su túnica a bailar solo a la plaza. Cuando volvíamos para mi casa lo vimos sentado en pose de indio en el pasto. 
   Hubiese preferido quedarme mirando los programas de concurso telefónico que dan por los canales de aire a la madrugada.
   Nunca más los vi, nunca más los crucé, y cada vez que veo delfines me acuerdo de estos personajes. Todavía guardo mi piedra por si en alguna ocasión surge una charla de espiritualismo y les cuento mis experiencias místicas de aquella noche que nunca olvidaré.

lunes, 9 de enero de 2012

El burro no coge por lindo, sino por insistidor

Este blog no sirve para nada, así que no se hagan ilusiones de encontrar algo que les va a alimentar el espíritu, la mente, o el rollo de la cintura. No se gasten leyendo más porque no tengo nada interesante para decir, es sólo un montón de palabras y letras que se combinan de manera que usted se interese por encontrar el verdadero sentido del por qué escribo esto. Pero como les dije antes, no existe nada que pueda ser de utilidad en estas líneas.

¿Usted sabe lo que vale su tiempo? ¿Se ha dado cuenta de la cantidad de cosas que se pueden hacer mientras usted lee esto? ¿Por qué insiste en llegar al último punto si de entrada fue advertido?...hay actitudes del ser humano que nunca voy a entender.
Bueno, como le decía al principio: acá no hay nada. No busque más. Le recomiendo apretar la cruz roja que se encuentra en el extremo superior derecho de la pantalla, y vaya hasta su biblioteca a buscar algo que valga la pena; un autor reconocido por su trayectoria; una historia; un relato; no esta mera conjugación de palabras inconexas que no le dejan nada.
Pero bueno, contra la voluntad estúpida del hombre de explorar donde no hay nada, no puedo hacer absolutamente nada. Si usted ha llegado hasta acá es porque no sabe entender de movida cuando alguien le dice NO SIGA.
Hasta la próxima entrada donde seguramente haya más de lo mismo.